A FISIONOMÍA DA CIDADE MEDIAVAL E MODERNA
La ciudad medieval aparece como lugar cerrado dentro del paisaje agrícola y forestal, sirviendo de fortaleza defensiva y refugio de los habitantes y campesinos del entorno, a la vez que constituye el mercado del área de influencia. Estas ciudades se desarrollaron con la expansión agrícola iniciada en el siglo XII que generó prosperidad económica y favoreció los intercambios comerciales que se realizaban en núcleos urbanos ya existentes, aunque despoblados desde el fin del Imperio Romano.
Las ciudades medievales estaban rodeadas de altas murallas para su protección y algunas contaban con una fortaleza construida dentro del recinto de la ciudad conocida como ciudadela. En sus puertas se cobraban los impuestos sobre las mercancías que entraban en la ciudad. Las puertas se cerraban por la noche pero por el día permanecían abiertas. Los edificios más destacados eran:
La catedral
La casa consistorial
La universidad
La lonja: en este lugar se comerciaba principalmente pescado
Las Iglesias y conventos
Las hospederías: En este lugar se hospedaban los peregrinos o comerciantes que venían a la ciudad a pasar varios días
Los hospitales: En este lugar se atendían a los enfermos y se llegaban a quedar peregrinos con falta de dinero
Los palacios de algunos nobles y burgueses: Aquí solo se hospedaba la gente más adinerada y los nobles que viajaban entre las ciudades
La ciudad se dividía en barrios, cada uno con su propia parroquia. Disponían de un gran espacio abierto, la plaza del mercado, donde los comerciantes y campesinos instalaban sus tenderetes y en el que tenían lugar los principales acontecimientos de la ciudad: las representaciones de los artistas, las celebraciones festivas y los ajusticiamientos. El resto del espacio estaba ocupado por muchas de las viviendas que propiciaban calles estrechas y tortuosas, tras las cuales, se encontraban pequeños huertos y corrales.
En cambio la ciudad moderna consta de hospitales, iglesias, hoteles y una catedral a demás de palacios pero se abandonan los corrales en el exterior las casas están separadas con calles rectas de una manera mas sanitaria y además se conservan las lonjas. Este tipo de ciudades surge en el S.XIX a finales.
Las sucesivas ampliaciones del recinto amurallado pontevedrés vienen determinadas por el crecimiento demográfico y por el desarrollo de actividades económicas en la villa, que necesitaba de espacios más amplios donde poder expandirse. A estas causas se une el deseo de la Corona por controlar la producción y el tránsito de mercancías.
La actividad económica de la ciudad consigue su mayor esplendor bajo el reinado de Enrique IV, al concederle a la ciudad en 1467, el privilegio de una feria franca, de 30 días de duración, que se celebraba quince días antes y quince días después de la festividad de San Bartolomé. Para la celebración de estas ferias, se amplió de nuevo la muralla para dar cabida a la plaza de la Herrería que albergaría el recinto ferial.
En la ciudad además podemos observar las calles pegadas, junto con las varias sucesiones de renovaciones de muro como comentaba antes a causa de su auge económico gracias a Enrique IV
Assier García Romero
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